Matthew Perry (1794-1858)

Matthew Calbraith Perry nació el 10 de Abril de 1794, descendiente del héroe escocés William Wallace por parte de su madre y criado en una familia de militares navales. Toda su vida se vio rodeado por el deseo de ganar fama en este campo y seguir el renombre que ya tenía su familia en los Estados Unidos: su hermano, Oliver Hazard Perry, fue uno de los héroes que participó en la guerra de 1812 contra los británicos donde gracias a él se ganó una importante batalla en el Lago Erie, por lo que llegó a ser conocido como el “Héroe del Lago Erie”.

Desde joven se involucró en la armada, y sirvió en la guerra ya antes mencionada, donde no tuvo una tan importante participación como su hermano. Después de la guerra fue mandado a distintas bases norteamericanas tanto del mediterráneo como de África, y en las Indias del Oeste luchó contra la abolición de la esclavitud y la piratería.

Más tarde, desde 1820 en adelante, sus misiones estuvieron mayormente centradas en el problema que se había originado entre los estadounidenses y el dominio que tenían los españoles en lugares como Cuba y Florida, debido a que el llamado Cayo Hueso, más tarde Key West, era un lugar de marcada importancia en las relaciones económicas que por el se podrían forjar, por lo que llegó a llamársele el Gibraltar del Oeste.

Perry obtiene la victoria de Estados Unidos proclamándolo territorio estadounidense y ganando el ascenso a capitán de la armada.

Con su nuevo título trató de reformar ciertas cosas dentro de la armada norteamericana, construyendo su segunda fragata de vapor, por lo que se le llegó a  conocer como el padre de la Armada a vapor.

En 1840 es nombrado comodoro, a cargo de todo lo que correspondía a Nueva York, para vigilarlo y ocupar la función de superintendente.

El siguiente éxito en su carrera llegaría en 1845, en la guerra que tuvo su país contra México, en la cual él se convirtió en uno de los grandes vencedores tras, en 1847, atacar Tabasco personalmente logrando una de las grandes victorias para su ejército. 

Mientras tanto, las relaciones con oriente estaban tratando de salir adelante, y sin embargo había un pequeño imperio que pese a las incursiones occidentales no se quería abrir: Japón.

Al comodoro le plantean la misión de ir a abrir este nuevo mercado, a lo que él en 1852 se embarca con sus “negras fragatas” de vapor hacia este lejano puerto. Al llegar es recibido por representantes del shogunato Tokugawa, quienes le niegan tanto la visita al emperador como la de quedarse allí pues Nagasaki era el único puerto acondicionado para tratar con extranjeros. Antes esto, Perry se niega y presenta una carta del presidente Millard Fillmore, alegando que Japón se abra al comercio. Después de que el shogun y sus consejeros se plantean el problema deciden aceptar, más que nada por miedo frente a estas imponentes máquinas de guerra occidentales, las que pasarían a llamarse “las naves negras” y un símbolo de lo occidental.

En 1854, en el marco de su segunda visita a Japón, llega con más navíos y se acepta el Tratado de Kanagawa tras lo cual llega a Formosa donde se entera de todo el potencial económico del sector y manda un mensaje a EE. UU. para reclamar el territorio; la respuesta nunca llegaría y decide volver a su país en 1855.

Allí es recompensado por su labor a la patria, recibe una generosa recompensa con parte de la cual prepara un reporte de sus expediciones en tres volúmenes: “Narración de la expedición de un escuadrón americano a los mares de China y Japón”.

Es nombrado contralmirante retirado, pues su salud empieza a fallar y finalmente muere el 4 de Marzo de 1858 a la edad de 64 años en Nueva York.