Saigo Takamori (1828-1877)
Al igual que Togo Heihachiro, nace en Kagoshima, en los territorios de Satsuma el 7 de Diciembre de 1827, hijo de un samurái de clase baja. Dedicó sus primeros años de vida a instruirse en el arte de la pelea con espada y los designios religiosos que debería respetar el resto de su vida.
En 1854 pasa a servir a las órdenes de Shimazu Nariakira, señor daimyo quien apoyaba el movimiento kobu gattai (de reconciliamiento entre el shogun y el emperador), quien, poco tiempo después moriría en la Purga Ansei, donde se asesinó a todo aquel que presentara ideas contrarias al shogunato; después de esto Saigo caería en desgracia, por diferencias con el nuevo daimyo, Shimazu Hisamitsu, siendo exiliado a la remota isla Amami Ōshima donde trataría de cometer suicidio, pero fallaría: el destino le deparaba más; en 1864 se reconcilia con el daimyo y es asignado a la corte del emperador.
Físicamente Saigo Takamori se hacía notar: medía 1,80m, lo cual era bastante, considerando que la media japonesa no pasaba de 1,60, así también poseía una gran musculatura, contrastando con la contextura frágil y delgada de los japoneses en común, así pues su aspecto físico le jugó a favor en hacerse respetar.
Ya en la corte sirve al emperador liderando ataques y alianzas que beneficiaron al monarca, es puesto al comando de las tropas de Satsuma, y ya para 1867, cuando el shogun renuncia, defiende firmemente la idea de que se destruya por completo el clan Tokugawa, incluyendo la expropiación de las tierras pertenecientes al clan. Se convertiría en uno de los grandes héroes de las guerras Boshin, donde pelearía codo a codo con su amigo de juventud Okubo Toshimichi.
Ahora bajo la dirección del gobierno Meiji, casi como todos quienes le habían sido fieles al emperador, asumió un papel de importancia en el nuevo gobierno, se convirtió en sangihan (consejero) y cooperó con la abolición del sistema. A pesar de ser partidario del emperador, en ningún momento mostró su favor a que Japón se abriera al comercio internacional, y de hecho no dudaba en demostrar su disgusto frente a la occidentalización.
En 1873 se muestra a favor de anexar Corea antes que la reclamaran otros países, sin embargo, pese a que lo trató de muchas maneras incluso ideando provocar una guerra con Corea al hacer que lo mataran, su posición no es tomada en cuenta, lo cual hace que ya aburrido y frustrado se retire de su puesto y regrese a Kagoshima.
En su ciudad natal funda una academia militar privada, donde cada vez gana más aceptación debido a la fama que había acumulado en los años anteriores. El gobierno de la época ve esto como un posible foco de rebelión y deciden abolir el derecho de portar armas (1876), incluso para los samurai, lo que generaría descontento general por parte de estos, sin embargo, es en 1877 cuando la resistencia de quienes habían sido una de las clases mejor tratadas antaño estallaría en cólera, debido a que los samuráis pierden todos los privilegios y no pueden reclamar; frente a esto un grupo de samuráis rebeldes decide revelarse y proclaman a Saigo Takamori como su líder, quien acepta inmediatamente. Lo primero ideado es una marcha de los 25.000 hombres con que contaba hasta Tokyo, en la cual más hombres se les unieron hasta llegar a la suma de más de 40.000. La idea era simple: enfrentar directamente al gobierno y derrocarlo, no obstante el gobierno también contaba con sus tropas, las cuales no eran para nada exiguas, ya que entre samuráis unidos al gobierno y otros soldados hacían aproximadamente 400.000 hombres, uno de cuyos líderes era nada menos que Okubo Toshimichi. Después de una serie de batallas, las cuales más podría designárseles como masacres, pues tanto Takamori como los demás samuráis habían decidido luchar como verdaderos guerreros, desgraciadamente los soldados del Emperador no, por lo que con sus armas de fuego los exterminaron, hasta quedar entre unos 300 o 400 quienes estaban heridos, les faltaba la comida, y no poseían muchas armas, sin embargo, siguiendo con el pensamiento samurai, basado en el bushido (código ético del samurai) donde se dice que “una muerte honorable es preferible que vivir en la vergüenza”, y a pesar de saber su causa perdida, siguieron adelante, y en la última batalla, de la cual no se tienen muchos registros pues aparentemente fue una masacre donde murieron todos las samuráis que quedaban, todo se acabó en la Batalla de Shiroyama, ocurrida el 24 de Septiembre de 1877. Los cuerpos de los samurái fueron encontrados decapitados de un solo corte, cumpliendo con la tradición de matar a sus compañeros para mantener el honor en lugar de morir en manos enemigas: así acabó la vida de quien sería recordado como el “Último Samurai”.
Muchos japoneses del sur hoy en día lo veneran como un héroe, de hecho tiene muchas estatuas en su honor destacándose la del parque Ueno. En 1889 el gobierno Meiji lo ‘perdonaría’ y usaría su imagen para inspirar a los ciudadanos llevándolo a ser un héroe nacional.